Los adultos deben respetar el ritmo de madurez de cada niño y asegurarles las condiciones adecuadas para que actúen de forma autónoma.
¿Tu hijo come solo? ¿Se viste sin ayuda? ¿Ya le habéis quitado el pañal? En ocasiones, la adquisición de los hábitos de autonomía esenciales de los más pequeños se asemeja a una carrera competitiva entre los padres para comprobar qué niño es el más rápido. Sin embargo, los especialistas desaconsejan esta práctica. Para que el niño aprenda y desarrolle sus habilidades motoras de forma autónoma no hay que forzar y acelerar el ritmo, sino atender a su grado de madurez y proporcionarle los recursos idóneos para que regule por sí mismo sus actuaciones.

Sin embargo, algunos padres tienden a forzar y a apresurar este ritmo, una práctica que puede influir en toda la estructura de su personalidad futura. Así lo confirman los estudios e investigaciones llevados a cabo durante las últimas décadas por el Instituto Pikler, institución húngara de reputado prestigio, precursora de un enfoque pedagógico sobre la independencia y autonomía de los niños y con amplio reconocimiento en todo el mundo.