Envidia y celos entre hermanos.
Los celos y la envidia son sentimientos complejos y estrechamente relacionados que no son ajenos a las relaciones entre hermanos. El nacimiento de un bebé tiene un fuerte impacto en su hermano primogénito, que deberá aprender a compartir la atención de sus padres, de la que hasta entonces gozaba en exclusiva.
Aunque existen importantes diferencias individuales en la forma de vivir las relaciones entre hermanos, éstas suelen caracterizarse casi siempre por su intensidad y ambivalencia. Por una parte, suscitan un gran interés así como oportunidades para aprender relevantes habilidades sociales y emocionales; pero, al mismo tiempo, pueden ser una importante fuente de conflictos y tensiones, como se manifiesta en la frecuencia con la que generan envidia y celos.
Sentimientos complejos
La envidia se produce al percibir en otro algo que se desea. Es un sentimiento muy complejo y ambivalente, en el que se mezclan emociones de naturaleza contradictoria, como por ejemplo: el deseo de tener lo que otro tiene, la admiración por lo que otro ha conseguido, el dolor por no tenerlo, la indignación por considerar injusta la diferencia que se observa o la incertidumbre por no entender a qué se deben las diferencias que producen envidia. Es importante distinguir lo que suele denominarse con acierto envidia sana –que actúa como un motivo constructivo para tratar de conseguir lo que se envidia, sin dificultar la relación con el envidiado– de la envidia destructiva, que obstaculiza ambas condiciones.
La envidia se produce básicamente en una relación de dos personas, el envidioso y el envidiado, y se da con más frecuencia en relaciones de cierta simetría (entre hermanos, compañeros o amigos), mientras que los celos implican siempre a una tercera persona, con la que el celoso tiene o desea tener un vínculo exclusivo que no acepta compartir con otro. Los dos problemas se producen porque la persona se siente amenazada, aunque de forma diferente. Se envidia lo que no se tiene y resulta un problema cuando el hecho de no tenerlo es vivido como una amenaza para el propio valor. En los celos, la amenaza se produce por el riesgo de perder un vínculo afectivo que el celoso había establecido o imaginado con una tercera persona. En cierto sentido, los celos pueden ser considerados como un tipo especial de envidia. Y ambos sentimientos están a veces estrechamente relacionados. Por ejemplo, los celos de un niño por la atención que sus padres dedican a su hermano se mezclan enseguida con la envidia por las características que suscitan dicha atención (el hecho de ser pequeño, sacar buenas notas...).
La envidia se produce básicamente en una relación de dos personas, el envidioso y el envidiado, y se da con más frecuencia en relaciones de cierta simetría (entre hermanos, compañeros o amigos), mientras que los celos implican siempre a una tercera persona, con la que el celoso tiene o desea tener un vínculo exclusivo que no acepta compartir con otro. Los dos problemas se producen porque la persona se siente amenazada, aunque de forma diferente. Se envidia lo que no se tiene y resulta un problema cuando el hecho de no tenerlo es vivido como una amenaza para el propio valor. En los celos, la amenaza se produce por el riesgo de perder un vínculo afectivo que el celoso había establecido o imaginado con una tercera persona. En cierto sentido, los celos pueden ser considerados como un tipo especial de envidia. Y ambos sentimientos están a veces estrechamente relacionados. Por ejemplo, los celos de un niño por la atención que sus padres dedican a su hermano se mezclan enseguida con la envidia por las características que suscitan dicha atención (el hecho de ser pequeño, sacar buenas notas...).
Nace un hermano
El nacimiento de un hermano suele tener un gran impacto en los niños, y especialmente en el primogénito, que hasta entonces había sido el único en recibir la atención de sus padres, y suele quedar desplazado en dicha atención por su hermano. Los estudios realizados sobre este tema reflejan que, durante los meses que siguen a este acontecimiento, la mayoría de los primogénitos menores de cinco años manifiestan los siguientes trastornos:
1) Alteraciones que reflejan tensión emocional: problemas en el sueño así como en el control de esfínteres, llanto frecuente, retraimiento, disminución de la autonomía y la concentración, trastornos que suelen desaparecer ocho meses después del nacimiento del hermano.
2) Hostilidad hacia la madre y a veces hacia el padre, a los que desobedecen de forma mucho más frecuente que antes del nacimiento. Estos problemas son especialmente intensos en los primeros meses y suelen haber disminuido sensiblemente al cabo de un año. Para comprender por qué se producen dichos problemas conviene tener en cuenta que durante los meses que siguen al nacimiento de un hermano, la mayoría de los niños, y especialmente los primogénitos, manifiestan celos cuando su madre o su padre están dedicados a atender al pequeño (dándole de comer o bañándole, por ejemplo). Momento que el primogénito “elige” para hacer lo que sus padres suelen prohibirle, y que hasta entonces solía respetar.
Esta tendencia puede ser interpretada como la primera manifestación de celos, y se produce por el hecho de que su hermano menor recibe una atención que él no está recibiendo. Bajo esta manifestación subyace una comparación entre la atención que recibe su hermano y la que no recibe él. Con su conducta desobediente, el niño expresa su disgusto por la situación y trata de conseguir la atención del adulto. Atención que aunque obtenga de forma negativa, como crítica o castigo, a veces el niño parece preferir al hecho de ser ignorado por sus padres. Anticipar dichas situaciones, evitando que se produzca la comparación negativa (dándole protagonismo o la atención de otro adulto), ayuda a prevenir los celos que suscitan.
1) Alteraciones que reflejan tensión emocional: problemas en el sueño así como en el control de esfínteres, llanto frecuente, retraimiento, disminución de la autonomía y la concentración, trastornos que suelen desaparecer ocho meses después del nacimiento del hermano.
2) Hostilidad hacia la madre y a veces hacia el padre, a los que desobedecen de forma mucho más frecuente que antes del nacimiento. Estos problemas son especialmente intensos en los primeros meses y suelen haber disminuido sensiblemente al cabo de un año. Para comprender por qué se producen dichos problemas conviene tener en cuenta que durante los meses que siguen al nacimiento de un hermano, la mayoría de los niños, y especialmente los primogénitos, manifiestan celos cuando su madre o su padre están dedicados a atender al pequeño (dándole de comer o bañándole, por ejemplo). Momento que el primogénito “elige” para hacer lo que sus padres suelen prohibirle, y que hasta entonces solía respetar.
Esta tendencia puede ser interpretada como la primera manifestación de celos, y se produce por el hecho de que su hermano menor recibe una atención que él no está recibiendo. Bajo esta manifestación subyace una comparación entre la atención que recibe su hermano y la que no recibe él. Con su conducta desobediente, el niño expresa su disgusto por la situación y trata de conseguir la atención del adulto. Atención que aunque obtenga de forma negativa, como crítica o castigo, a veces el niño parece preferir al hecho de ser ignorado por sus padres. Anticipar dichas situaciones, evitando que se produzca la comparación negativa (dándole protagonismo o la atención de otro adulto), ayuda a prevenir los celos que suscitan.
Curiosidad e interés
Por otra parte, en cualquier edad, el nacimiento de un hermano es un acontecimiento que origina en el niño una gran curiosidad e interés por atenderle y cuidarle. El hecho de que este interés surja incluso en los niños y niñas que presentan intensas alteraciones emocionales refleja la fuerte ambivalencia que caracteriza las relaciones entre hermanos. Basándose en este interés, los padres pueden intentar compartir con el niño o niña mayor las rutinas del cuidado del bebé. Dejarle participar activa y constructivamente en estas rutinas, haciendo que se sienta importante y eficaz en ellas, es una de las formas más eficaces de prevenir tanto los celos como la envidia.
La intensidad y las manifestaciones de los celos ante el nacimiento de un hermano suelen variar en función de:
1) 1) La edad del niño en el momento de nacer su hermano. Los menores de dos años suelen manifestar su malestar de forma más encubierta, con retraimiento, mientras que los niños de tres y cuatro años se vuelven más desobedientes y expresan sus exigencias de forma más explícita. A partir de los cinco años, los celos, igual que el resto de las alteraciones originadas por el nacimiento del hermano, suelen ser menores.
2) 2) El cambio originado por la nueva situación. Cuando el nacimiento del hermano coincide con otros cambios importantes en la vida del mayor (traslado de habitación, fuerte reducción de la atención que recibe de sus padres, incremento del nivel de exigencias o de críticas...), los celos suelen ser mucho mayores. Para prevenirlos es muy importante reducir al mínimo dichos cambios o adelantarlos, cuando éstos van a ser inevitables. Por ejemplo, si va a ser necesario cambiar al niño de habitación, convendría hacerlo unos meses antes del nacimiento de su hermano.
3) La relación que el niño tenía antes con los padres. Cuando la relación con la madre era muy intensa y no existía, apenas, relación con el padre, los celos hacia el hermano menor suelen ser mayores, debido a la considerable reducción de la atención maternal que el primogénito experimenta. El hecho de que el niño pueda disponer de una intensa relación con el padre (antes y después del nacimiento del hermano) amortigua el impacto de dicho nacimiento y ayuda a prevenir los celos.
4) 1) La cantidad de atención que cada uno de los padres dedica al bebé. Cuanto mayor es dicha atención, especialmente en comparación con la que dedican al primogénito, más probable es que éste sienta celos del hermano. En esto se refleja nuevamente que los celos surgen al comparar la atención recibida con la que recibe el otro y con la que el mayor recibía antes.
5) El protagonismo que los padres dan al mayor en el cuidado del pequeño. Los padres pueden ayudar al primogénito a asumir el nuevo papel de hermano mayor estimulando que participe con ellos en el cuidado del bebé, de forma que se sienta competente e importante en dichas situaciones. Cuando así lo hacen, es menos probable que el mayor se vea desplazado y trate de conseguir la atención de los padres creando problemas. Se ha observado que los padres que logran hacer participar al mayor en los cuidados del pequeño, conversando con él de igual a igual sobre las necesidades del bebé y el significado de lo que expresa, contribuyen a desarrollar el interés del mayor por su hermano y evitan que éste se sienta desplazado por la atención que inevitablemente debe recibir el pequeño.
La intensidad y las manifestaciones de los celos ante el nacimiento de un hermano suelen variar en función de:
1) 1) La edad del niño en el momento de nacer su hermano. Los menores de dos años suelen manifestar su malestar de forma más encubierta, con retraimiento, mientras que los niños de tres y cuatro años se vuelven más desobedientes y expresan sus exigencias de forma más explícita. A partir de los cinco años, los celos, igual que el resto de las alteraciones originadas por el nacimiento del hermano, suelen ser menores.
2) 2) El cambio originado por la nueva situación. Cuando el nacimiento del hermano coincide con otros cambios importantes en la vida del mayor (traslado de habitación, fuerte reducción de la atención que recibe de sus padres, incremento del nivel de exigencias o de críticas...), los celos suelen ser mucho mayores. Para prevenirlos es muy importante reducir al mínimo dichos cambios o adelantarlos, cuando éstos van a ser inevitables. Por ejemplo, si va a ser necesario cambiar al niño de habitación, convendría hacerlo unos meses antes del nacimiento de su hermano.
3) La relación que el niño tenía antes con los padres. Cuando la relación con la madre era muy intensa y no existía, apenas, relación con el padre, los celos hacia el hermano menor suelen ser mayores, debido a la considerable reducción de la atención maternal que el primogénito experimenta. El hecho de que el niño pueda disponer de una intensa relación con el padre (antes y después del nacimiento del hermano) amortigua el impacto de dicho nacimiento y ayuda a prevenir los celos.
4) 1) La cantidad de atención que cada uno de los padres dedica al bebé. Cuanto mayor es dicha atención, especialmente en comparación con la que dedican al primogénito, más probable es que éste sienta celos del hermano. En esto se refleja nuevamente que los celos surgen al comparar la atención recibida con la que recibe el otro y con la que el mayor recibía antes.
5) El protagonismo que los padres dan al mayor en el cuidado del pequeño. Los padres pueden ayudar al primogénito a asumir el nuevo papel de hermano mayor estimulando que participe con ellos en el cuidado del bebé, de forma que se sienta competente e importante en dichas situaciones. Cuando así lo hacen, es menos probable que el mayor se vea desplazado y trate de conseguir la atención de los padres creando problemas. Se ha observado que los padres que logran hacer participar al mayor en los cuidados del pequeño, conversando con él de igual a igual sobre las necesidades del bebé y el significado de lo que expresa, contribuyen a desarrollar el interés del mayor por su hermano y evitan que éste se sienta desplazado por la atención que inevitablemente debe recibir el pequeño.
Asignación de papeles
A medida que los hermanos van creciendo, con frecuencia parecen repartirse distintos papeles psicológicos. El hecho de que uno empiece a destacar por una determinada cualidad suele acentuar su tendencia a desarrollarla, como si se le asignara ese papel (el de estudioso, o responsable, por ejemplo), descartándolo para los demás, que se orientan a buscar un papel propio y diferenciado (el de sociable, deportista...).
Este reparto de papeles refleja la necesidad que cada niño y cada niña tienen de desarrollar su propia identidad, diferenciándola de la del resto de sus hermanos. Necesidad que suele ser muy acentuada en la adolescencia y los años que la preceden, y que puede estimularse en exceso cuando los adultos destacan con frecuencia las cualidades de uno de los hijos en un determinado ámbito (los estudios o el deporte, por ejemplo) y no destacan dichas cualidades en los demás.
Este reparto de papeles refleja la necesidad que cada niño y cada niña tienen de desarrollar su propia identidad, diferenciándola de la del resto de sus hermanos. Necesidad que suele ser muy acentuada en la adolescencia y los años que la preceden, y que puede estimularse en exceso cuando los adultos destacan con frecuencia las cualidades de uno de los hijos en un determinado ámbito (los estudios o el deporte, por ejemplo) y no destacan dichas cualidades en los demás.
Cómo prevenirlos
Para favorecer unas relaciones adecuadas entre hermanos y prevenir los celos y la envidia conviene tener en cuenta que: 1) 1) Si el niño dispone de más de un adulto para proporcionarle seguridad y atención (la madre y el padre, por ejemplo), los celos hacia los hermanos menores suelen ser más fáciles de superar. Además, el hecho de que tanto el padre como la madre se relacionen adecuada y frecuentemente con el niño supone otras ventajas educativas, al facilitar la tarea de los adultos y favorecer la capacidad del niño para relacionarse con personas y situaciones nuevas.
2) 2) Conviene evitar que el nacimiento de un hermano coincida con otros cambios importantes en la vida del niño (adelantándolos o aplazándolos) y no reducir después de dicho nacimiento la cantidad y calidad de la atención que la madre y el padre dedican al mayor.
3) 3) Para ayudar al niño a asumir el nuevo papel de hermano mayor y prevenir los celos que con frecuencia aparecen cuando la madre o el padre están dedicados al cuidado del bebé conviene estimular su participación en dichos cuidados, de forma que se sienta importante y eficaz en esas situaciones, o que pueda disponer en dichos momentos de la atención de uno de ellos.
4) 4) Para prevenir que la tendencia al reparto de papeles entre hermanos perjudique a los niños, llevándolos a evitar aspectos fundamentales de su desarrollo psicológico (los estudios, los amigos, la actividad física...), conviene que los padres:
· Destaquen los progresos de cada niño en los distintos ámbitos, sobre todo en las actividades en las que están especializados los demás, y tomando como referencia para valorar el progreso de cada niño a él mismo en una situación anterior.
· Cuando existen grandes diferencias entre los hermanos, no conviene utilizarlas como referencia para valorar el nivel de cada uno, debido al efecto desalentador que podría originar y al riesgo de despertar un problema emocional de envidia. El modelo de un hermano que destaca sí puede ser utilizado, por el contrario, como referencia ideal del nivel hacia el cual dirigirse, para suscitar la imitación o una envidia sana.
María José Díaz-Aguado. Catedrática de Psicología de la Educación.